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Una película de policías

Escrito por: Alisson Danae Ramírez Miranda

Publicado: 2022-02-26

“Quiero decir que me conmovió mucho ver que la mayoría de las personas que están en la academia son personas indígenas, con rasgos parecidos a los míos” dice Mónica Del Carmen, la actriz que representa a Teresa.

Han pasado días en los que he conocido a muchas personas, y siguiendo las dinámicas de presentación, me preguntaban de dónde eres, algo sobre mi familia y sobre mis gustos. Las caras de sorpresas saltaban cada que decía que tengo una hermana y un padre policía: “Yo es que con la autoridad no me llevo muy bien”, “Pobrecita, y cómo llevas eso”. Todo esto siempre entre risas, claramente. Y aunque tengo muchas malas experiencias por, precisamente, ser hija de un policía, aquí quiero resaltar algunas cosas que me llamaron la atención de este documental, y que se enmarcan mucho más en el malestar del día a día de un oficial en la calle.

Una película de policías es conocido por la novedad en la que se apoyó para contar una historia. Esto es, la combinación entre realidad y ficción, que no podría haber sido posible sin los esfuerzos fuera de cámara de los actores, Raul Briones y Mónica Del Carmen. Ambos se insertaron durante seis meses en la Universidad de la Policía de la CDMX, donde conocieron de primera mano la formación que deben seguir los que en un futuro serán la frontera entre el Estado y el ciudadano.

Las situaciones que se representan en el documental son parte de una cotidianidad bastante reconocible, y aunque no se exponen conflictividades de mayor escala como multitudinarias manifestaciones, el filme termina siendo bastante descriptivo, además, a través de la vida de Teresa y Montoya, se muestra una faceta del cuerpo policial bastante humana. Desde la falta de suministros a la que se enfrenta un policía de la CDMX, hasta la corrupción institucionalizada, donde el policía de la calle termina siendo, muchas veces, un peón.

Siempre me ha resultado curioso, por experiencias de primera mano, cómo una persona cuando pasa a ser policía no solo deja de ser un común civil más, sino que, con el tiempo, las reglas policiales pasan a ser parte de su corpus crítico, como un filtro hacia su visión del mundo. Mi personalidad a veces endeble no me permitía llevar conversaciones con los colegas de mis familiares, y si lo hacía, debía demostrar un poco más de carácter, lo que no es imposible, pero sí es agotador. Entonces pienso que será agotador para ellos, la rutina dentro de las escuelas, el agua fría de las instalaciones a las 5 am, el precario rancho al medio día, los castigos mirando al sol, los entrenamientos con gas lacrimógeno, los adjetivos insultantes, los uniformes y las armas de mala calidad. En fin, cosas así te hacen más fuerte, y para ellos, forma parte de una Moral Policial.

Una Película de Policías me recordó a las quejas que escuché de cerca, pienso que ser policía de vocación resulta difícil de explicar, al menos en países como Perú y México. También confío en la falta de justificación de muchas acciones “en nombre de la seguridad y el orden”, ya que si bien ser policía significa estar supeditado a un orden mayor, su existencia en una democracia siempre resulta paradójica.


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