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Brevísima reflexión en torno al «Intercambio Equivalente»

Publicado: 2021-06-27


“El hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio. Para crear, debe perderse algo de igual valor. Esa es la primera ley de la alquimia, la ‘Ley del Intercambio Equivalente’. En ese entonces, creíamos que el mundo funcionaba así” (FMA, 2003). La cita que acaban de leer es el monólogo inicial de Al, y es el lapidario inicio para el que es —sin duda alguna— uno de los mejores anime y manga de la historia, el debate sobre cuál de las dos versiones del anime es superior, lo dejaré pendiente de comentario.

A manera de introducción, es necesario saber que Fullmetal Alchemist nos narra la historia de los hermanos Edward y Alphonse Elric, tratando de recuperar sus cuerpos perdidos luego de realizar el tabú prohibido de la alquimia. Además, los Elric viven en un plano de la realidad donde la alquimia se desarrolló en lugar de la tecnología (eventos desarrollados en paralelo a lo que sería para nosotros, la Gran Guerra). Son conocidos por ser prodigios de la alquimia, y como parte de ello, rigen estrictamente su vida en torno a la primera ley de la alquimia, la ‘Ley del Intercambio Equivalente’: Nada puede crearse, sin perderse algo de igual valor. Algo que, a simple vista, resulta bastante sencillo de entender, podría incluso ser un patrón en la naturaleza de las cosas, y hablo de algo más allá de las leyes naturales que las distintas ciencias han descubierto —paradigma: creo en la preexistencia y descubrimiento del todo—, nos podríamos encontrar frente a un patrón en el ser mismo de las cosas, algo que le pertenecería al ontos.

Pero ¿qué es en sí el «intercambio equivalente»? Es uno de los pilares que rigen la ‘transmutación’, que es a su vez, el acto por excelencia de alquimia. Esto es mucho más fácil de entender si has visto el anime o si les pongo un ejemplo, veamos: para construir una casa, para cocinar un platillo, incluso para subsistir en sociedad, se requiere de un gasto, de abastecerte de los elementos necesarios para crear un producto final. Uno de los primeros capítulos nos muestra como Al reconstruye una radio rota, esto debido a que la totalidad de las partes aún se encontraban juntas, rotas, pero juntas; entonces era posible reensamblarlas utilizando la alquimia, transmutando sus partes rotas para que quede como nueva.

En otras palabras, para que yo pueda disfrutar de un pollo a la brasa, se ha tenido que sacrificar la vida de un ave, quemar aceite que tal vez no sea reciclado, y alguien ha tenido que exponerse al contagio por ganar algo de dinero como repartidor. ¿Acaso así funciona el Intercambio Equivalente? Se preguntaría Al, porque sinceramente no le parece justo. Algo que parece ser aceptado, bien estructurado y equitativo, no es justo e incluso es susceptible de ser malversado por el humano. Seguramente Ed le respondería que hay algo más, algo que aún no conocemos. Entonces, el debate cambia de dirección, aquel patrón que rige de manera —superficialmente— equitativa la vida de los Elric, cae en la brumosa zona de la justicia. Claramente las formas de llegar a dicha conclusión son distintas en la historia de los Elric, de hecho, para poder entenderlo, tendrán que conocer un poder supremo; prohibido para mortales, pero codiciado por muchos de ellos. Además, enfrentarán a un gobierno corrupto desde su núcleo y sumergido en la obtención de la piedra filosofal, otro de los tabúes de la alquimia, aquel inconmensurable poder que, según la leyenda, podría serles útil para recuperar sus cuerpos y hasta devolverle la vida a su querida madre.

Conforme la historia avanza, los Elric adoptan la idea del «sacrificio» como un concepto importante dentro del ‘intercambio equivalente’. Podría decirse que aquella máxima aparentemente objetiva e inamovible, se ve complementada por un aspecto subjetivo e inmanente al humano, al ejecutor de la transmutación, y es la disposición a entregar algo, ya no solo se toma en cuenta la ‘necesidad’ o el ‘deber ser’, sino la voluntad para actuar. El acto volitivo se pondrá en duda cuando descubran qué se necesita para obtener su tan preciada piedra filosofal, en consecuencia, qué es lo que se necesita verdaderamente sacrificar para recuperar sus cuerpos y, quizá, a su madre.

Al es una persona sabia y sensible, producto de su edad, personalidad y experiencias a lo largo de su viaje. Ed no conoce reglas ni jerarquías, es excéntrico, certero y determinante. Ambas personalidades crecerán conforme la historia avance y lograrán descubrir la verdad, o el todo, cómo sea que quieras llamarlo; lo importante es que la dirección que buscaban no se encontraba en una simple premisa como la del «Intercambio Equivalente», esto había sido una ficción de equidad, la construcción del poder de la alquimia y la formación de las distintas personalidades capaces de utilizarla, pondrán en jaque aquella máxima que había regido su mundo hasta ese momento.

“Las lecciones que no causan algo de dolor no valen la pena. La gente no gana nada sin sacrificar algo, después de todo. Pero una vez que se supera ese dolor, se gana un corazón que es tan fuerte que no puede ser vencido. Sí, un corazón de acero” - Edward Elric (FMA Brotherhood, 2011).


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